Estamos ante un libro ilustrado de gran calidad tipográfica. Se basa en el comentario exegético del Libro de Ezequiel, trabajo conjunto de los jesuitas Jerónimo de Prado y Juan Bautista Villalpando. Esta obra supone un hito en el estudio de la arqueología bíblica y, junto con la Biblia Regia, una de las publicaciones de la Contrarreforma más destacada de finales del siglo XVI.
Jerónimo del Prado, nacido en Baeza en 1547, además de teólogo y exegeta fue escultor y ocupó la cátedra de Sagrada Escritura en la universidad biaecense durante los cursos 1572-1574 y 1578-1579, y en Córdoba durante los años 1583-1592. Se trasladó a Roma en 1592; allí, junto con Villalpando, se dedicó a la revisión del In Ezechielem y la supervisión de la impresión de la obra. Por otro lado, Juan Bautista Villalpando fue discípulo de Herrera. Ambos autores mezclaron sus conocimientos teológicos y filológicos con la actividad artística, como demuestra su intervención en la catedral y en el Colegio de los Jesuitas de Baeza.
Los capítulos 40, 41 y 42 del Libro de Ezequiel son los correspondientes al templo de Salomón y fueron los estudiados especialmente por Villalpando. Entre los comentaristas bíblicos, la descripción del templo de Jerusalén fue un tema frecuente y a menudo ilustraron su comentario con diseños más o menos acertados, como ocurrió en el caso del estudio de Ricardo de San Victor In visionem Ezechielis, en siglo XII. Casi a comienzos del siglo XIV, encontramos las Postillae de Nicolás de Lyra, basada en la Vulgata, en textos hebreos y en la obra de Maimónides. Contemporánea de la interpretación de Villalpando es la que incluye Arias Montano en el tomo III de la Biblia Regia, que difiere al considerar que el templo descrito por Ezequiel no corresponde con el de Salomón.
Los dibujos que ilustran los comentarios de Jerónimo de Prado y Juan Bautista Villalpando fueron presentados a Felipe II por el propio Herrera, lo que ocasionó que el Rey propiciara su impresión en Roma adelantando los recursos necesarios. En opinión de algunos, el patrocinio real obedeció a la relación que subyace con el Escorial, “otro templo de Salomón” según el P. Sigüenza.
Los diseños arquitectónicos presentes en el tomo III conjugan lo bíblico y cristiano con los elementos esenciales de la arquitectura clásica. De esta forma, los autores se proponen demostrar que, de acuerdo con las Sagradas Escrituras, todas las dimensiones y medidas del templo de Jerusalén concuerdan con los cánones vitrubianos, y que la arquitectura clásica deriva de dicho templo, construido por inspiración divina. Los dibujos ofrecen el interés de haber sido fuente de inspiración para el manierismo tardío y contrarreformista.
La belleza tipográfica de la obra se debe a Luigi Zanetti y Carlos Vuglieto. Este último actuó asociado al biacense Alfonso Chacón que había obtenido en 1597 de Villalpando el traspaso del privilegio de impresión y los derechos comerciales de toda la obra, y, de hecho, son también los tipógrafos de la Vitae et gesta Pontificum del propio Alfonso Chacón. (M. D. Rincón González)